La Unidad Familiar Cristiana: La Oración de Jesús por Sus Discípulos y la Clave Para la Evangelización del Mundo

 

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“Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí” (Juan 17:20-23).

Pero ¿que es unidad? Uno para Todos y Todos para Uno. Es hora de dejar de hablar y empezar a actuar en unidad en su lugar. Por el sacrificio de uno solo, Jesucristo, todos los que lo aceptamos hemos sido salvos y nos hemos convertido en parte de una familia espiritual, y en una familia, cuando uno sufre, todos sufren también, pero lo más importante es unirnos todos para ayudar a aquel que esta sufriendo. Jesús nos enseño que Dios desea nuestra compasión y no nuestros sacrificios (Mateo 9:13).

El dolor de uno de nuestros hermanos aun el de los mas pequeños se convierte en el dolor de todos y lo que hacemos por ellos se los hacemos a Cristo mismo (Mateo 25:40). No solo esto, pero la unidad en el amor mutuo es la clave para avanzar el Reino de Dios, la evangelización del mundo, y derrotar al maligno. Unidad de los cristianos es el signo de los verdaderos Cristianos.

Cristo (el Uno), murió por los pecados de Todos, para que Todos podamos ser libres de amarnos Unos a los otros. Los que han aceptado a Cristo como su Señor y Salvador están siendo transformadas de gloria en gloria en la imagen de Cristo (el Uno) por la renovación de nuestras mentes, para que todos nos convirtamos en uno solo en Cristo.

Una de las tácticas principales del maligno a lo largo de la historia ha sido la de causar la separación, a partir de nuestra separación de Dios cuando Adán y Eva pusieron su deseo del conocimiento del bien y el mal (su deseo de conocer la ley) por encima de la voluntad de Dios; No obstante, en Cristo, hemos sido reconciliados “por gracia mediante la fe” (Efesios 2:08) con Dios el Padre, y ya no estamos separado de él. Somos uno con Dios el Padre y Dios el Hijo por obra del Espíritu Santo que habita en cada creyente. El Espíritu Santo es la gloria de Dios y El es el que nos permite ser uno.

Cada vez que seguimos la guía del Espíritu Santo por la unidad en nuestras familias y la iglesia, estamos respondiendo a la oración de Jesús a Dios Padre. Cuando la iglesia se une en el amor a través del Espíritu Santo, nos convertimos en un testimonio viviente del amor de Dios para el mundo, y como señaló el propio Jesús, así es como el mundo va a creer y saber que Dios lo envió, y que Él los ama: “…Entonces el mundo crea que tú me enviaste…para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado” (Juan 17:20-23 ). Así que, si el mundo no ha conocido aún plenamente el amor de Dios para ellos, es debido a nuestra falta de unidad, y por lo tanto, la unidad de la iglesia se convierte en la clave para la evangelización del mundo, y la evangelización del mundo es una de las principales misiones de la iglesia y el requisito previo de la segunda venida de Cristo. No es extraño que el maligno haya trabajado tan duro para dividir a la iglesia de Cristo.

Muchas veces dejamos que nuestros “conocimientos o doctrinas” separen el Cuerpo de Cristo. No debemos olvidar nunca que lo que creemos y lo que entendemos ahora es imperfecto porque es incompleto, y no podemos dejar que estas imperfecciones nos separen. Al final sólo Jesús, que es amor encarnado, permanece y con Jesús a los que permanecemos en él. Jesús (que es el Amor encarnado) nunca falla! Alabado sea su nombre!  La misma elección que Adán y Eva de no tratar de depender de su propio conocimiento (su propia justicia), sino de creer en la palabra de Dios, esta en frente de nosotros en este día:

“Entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. Y ordenó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:15-17)…Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: “No comeréis de ningún árbol del huerto”? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;  pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis.” Y la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis. Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-5).

Tenemos que decidir entre aferrarnos a nuestro conocimiento del bien y el mal (pecado orinal, el origen de la ley) o el amor.  ¿Alguna vez te has preguntado cuántas veces dejamos que nuestro “conocimiento” de lo que es correcto o incorrecto separe al cuerpo de Cristo? Y, si realmente queremos servir a Cristo, ¿por qué no estamos trabajando activamente para hacer su deseo por la unidad de Su cuerpo nuestro deseo también?

No solamente deberíamos esta orando profundamente por la unidad de la iglesia, pero también deberíamos de preguntarnos, ¿Qué me esta llamando Cristo a hacer para lograr la unidad con nuestros hermanos en la fe? ¿Qué estamos haciendo hoy para ser la respuesta a la oración de nuestro señor para la unidad de su Iglesia?

“El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos. Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas, que llegarán a su fin cuando venga lo que es perfecto. Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero al hacerme hombre, dejé atrás lo que era propio de un niño. Ahora vemos de manera indirecta, como en un espejo, y borrosamente; pero un día veremos cara a cara. Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como él me ha conocido siempre a mí. Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero la más importante de las tres es el amor” (1 Corintios 13:8-13).

El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados” (1 Juan 4:10).