La Gracia (ministerio del Espíritu) y La Ley (ministerio de muerte) son incompatibles

 

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La Gracia (ministerio del Espíritu) y La Ley (ministerio de la muerte) son incompatibles y estan en extremos opuestos del espectro

LA LEY: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE … y al prójimo como a ti mismo (Mateo 22:37-39).

GRACIA: ESTE ES EL AMOR, NO QUE NOSOTROS HAYAMOS AMADO A DIOS, SINO QUE EL NOS AMO Y ENVIO A SU HIJO COMO EL SACRIFICIO QUE SE OCUPA DE NUESTROS PECADOS (1 Juan 4:10).

La ley y la gracia están en extremos opuestos del espectro. La Ley se jacta de nuestro amor por Dios, mientras que la Gracia se jacta del amor de Dios por nosotros. La ley mata, porque es el ministerio de la muerte, mientras que la gracia trae vida, porque es el ministerio del Espíritu. La ley dice debes hacer esto, La Gracia dice ya esta hecho. La ley dice que tienes que ser justo para ver a Dios, mientras que la Gracia dice ya somos justos en Cristo y estamos sentados con Cristo en lugares celestiales, ya que como Jesús es, así somos nosotros en este mundo (1 Juan 4:17).

La Ley, en pocas palabras, anula la Gracia. El mezclar la Gracia con La Ley es como poner un parche de tela nueva en un vestido viejo que se aleja de la prenda, y hace peor la rotura; o poner vino nuevo en odres viejo haciendo que se rompa el odres, derramando el vino y arruinando el odres (Mateo 9: 16-17, Marcos 2, 21-22). A como la analogía anterior enseña, La Ley divide, mientras que la gracia une. La ley es la justicia propia, mientras que la gracia es la justicia de Dios. La Ley esta basada en miedo, mientras que la gracia en amor.

¿Adivine cual es la raíz de la división de la iglesia? Nuestra propia justicia o La Ley. Una denominación Cristiana dice nuestra doctrina es la correcta porque creemos y hacemos esto y aquello, mientras menospreciamos a otras aun algunas veces llamándolas sectas por no ser tan justas como las nuestras.

Entonces, ¿cómo los Cristianos nos podemos unir y ser repuestas de la oración de Jesús antes de dar su vida por la de nosotros? A través de la justicia de Dios, su Gracia, y no la nuestra.

Aquí esta lo que la Biblia dice sobre esta tan importante topico:

“Si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa del resplandor de su rostro, el cual desaparecería, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del Espíritu?” (2 Corintios 3:7-8).

“Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8: 1-2).

“Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes” (10-11).

“No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano” (Gálatas 2: 21).

“y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte” (Filipenses 3:9-10).

“¡Gálatas, duros para entender! ¿Quién los embrujó? En nuestra predicación hemos mostrado ante sus propios ojos a Jesucristo crucificado. Sólo quiero que me contesten a esta pregunta: ¿Recibieron ustedes el Espíritu de Dios por el cumplimiento de la ley o por aceptar el mensaje de la fe?  ¿Son tan duros para entender, que habiendo comenzado con el Espíritu quieren ahora terminar con algo puramente humano?  ¿Tantas buenas experiencias para nada?… ¡Imposible que hayan sido para nada!  Cuando Dios les da su Espíritu y hace milagros entre ustedes, ¿por qué lo hace? No en virtud del cumplimiento de la ley, sino por aceptar el mensaje de la fe” (Gálatas 3:1-5).

Al igual que en la iglesia de Galacia, algunas personas en la iglesia de hoy en día utilizan el hecho de que la palabra de Dios es eterna, y razonan que al menos parte de la ley es eterna (por lo menos los diez mandamientos), pero la Biblia es clara que Cristo es el fin de la ley: “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4).

Incluso desde antes de la fundación del mundo, Dios tenía un plan perfecto para nuestras vidas. En lugar de escribir la ley en piedras, Dios quería poner su ley en nuestra mente (por la transformación de nuestras mentes) y escribirla en nuestros corazones (por la presencia del Espíritu Santo en nosotros). Pero, esta Ley era basada en su amor por nosotros (Nuevo Pacto, Nueva Ley), y no por nuestro amor por él (Antiguo Pacto, la Ley de Moses). En el Antiguo Pacto, clamamos y presumimos de nuestro amor por Dios, pero en el Nuevo Pacto, clamamos y presumimos del amor de Dios por nosotros.

“Porque este es el pacto que yo hare con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y las escribiré sobre sus corazones. Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (Hebreos 8:10).

La ley de Moisés es buena, pero si alguien trata de ser justificado por ella, uno seguramente fallará, porque si uno rompe un solo mandamiento, uno es culpable de quebrantar toda la ley, y nadie más que a Jesús ha sido capaz de cumplir con la ley. Uno de los problemas que tenemos en la iglesia de hoy es la comprensión de lo que es la ley de Moisés, por lo que tratamos de seguir siendo justificados por esta.

A primera vista, la ley de Moisés es muy similar a la ley de Jesús, pero en realidad son muy diferentes. La ley de Moisés se basa en nuestro amor por Dios, mientras que la ley de Jesús se basa en el amor de Dios por nosotros. La ley de Moisés depende de nuestra obediencia para ser hechos justos delante de Dios, mientras que la ley de Jesús se basa en su obediencia para hacernos justos delante de Dios.

He aquí algunos pasajes que nos ayudaran a entender la ley de Moisés:

“Y El le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37).

“Si en verdad cumplís la ley real[a] conforme a la Escritura: Amaras a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis” (Santiago 2:8).

“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley. Porque esto: No cometerás adulterio, no mataras, no hurtaras, no codiciaras, y cualquier otro mandamiento, en estas palabras se resume: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. 10 El amor no hace mal al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley” (Romanos 13: 8-10).

“Sobre todo, sed fervientes en vuestro amor los unos por los otros, pues el amor cubre multitud de pecados” (1 Pedro 4:8).

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Deuteronomio 6:5).

“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el Señor” (Levítico 19:18).

“Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como El nos ha mandado” (1 Juan 3:23).

Así que ¿cuál es el mandamiento al que 1 Juan 3:23 refiere? Esta es la Nueva Ley, es el nuevo mandamiento en el Nuevo Pacto, en el pacto de Su sangre:  “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34).

La ley de Moisés era sólo una sombra de Cristo. Los que tratan de ser justificados por ella son siempre conscientes de sus pecados, pero los que son justificados por Cristo estan siempre conscientes del sacrificio de Cristo por ellos y no sus pecados, porque todos sus pecados, pasados, presentes y futuros están cubiertos por Su sangre.

“Pues ya que la ley sólo tiene la sombra de los bienes futuros y no la forma misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que ellos ofrecen continuamente año tras año, hacer perfectos a los que se acercan. 2 De otra manera, ¿no habrían cesado de ofrecerse, ya que los adoradores, una vez purificados, no tendrían ya más conciencia de pecado?” (Hebreos 10:1-2).

“Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo; cosas que sólo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo” (Colosenses 2: 16-17).

Por lo tanto, no se deje engañar por los que lucen “Santos” en el exterior, los nuevos maestros de la ley y los nuevos fariseos. Ellos llaman a Jesús: Señor, Señor, pero Jesús no los conoce (Mateo 7:22). Al igual que en los días en que Jesús caminó sobre la tierra, estos falsos maestros cargan a las personan con cargas que ni ellos mismos pueden llevar, pero no levantan un dedo para ayudarlos. Ellos dicen saber el camino, pero en realidad no lo conocen.

Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre si no es a través de Jesús. Él es Amor, y Su amor inmerecido es su Gracia. Nadie viene al Padre, sino por la Gracia, la cual obtenemos a trabes de la fe.  Si algún otro espíritu intenta reemplazar la obra terminada de Jesús para nuestra salvación y santificación, éste es el espíritu del anticristo (anti no sólo significa en contra, sino que también significa en lugar de). No se deje engañar por el espíritu del anticristo, el cual enseña un falso evangelio. Se nos ha ungido con el Espíritu Santo y:

“en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El” (1 Juan 2:27).

Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).

“Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la Fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, de hipócritas y mentirosos, cuya conciencia está cauterizada. Estos prohibirán casarse y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participaran de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad, porque todo lo que Dios creó es bueno y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias, ya que por la palabra de Dios y por la oración es santificado” (1 Timoteo 4:1-4).

Algunas personas creen erróneamente que nuestra Fe, es decir, el Evangelio se refiere a nuestra salvación en Cristo (la vida eterna), pero que nuestra santificación y posterior éxito en esta vida dependen de nuestra obediencia a Dios (y esta obediencia varía de denominación en denominación), pero ¿qué dice la Biblia acerca del verdadero Evangelio, a la que algunos han renunciado?

“Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del Evangelio de la Gracia de Dios” (Hechos 20:24).

¿Y qué decir de nuestra santificación? Bueno, ya la tenemos, así como la sabiduría, la justicia y la redención de Cristo, pero para experimentarlas en esta vida, tenemos que dejar de confiar en nosotros mismos, y debemos de cree solamente en Él, y cualquier otro tipo de fe es incredulidad: “Pero Dios mismo los ha unido a ustedes con Cristo Jesús, y ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra liberación” (1 Corintios 1:30-31).

Así que para experimentar toda la riquezas que ya tenemos en Cristo, tenemos que clamar como el padre del muchacho endemoniado, diciendo: …”Creo; ayúdame en mi incredulidad” (Marcos 9:24).

“28 Por lo tanto, estén atentos y cuiden de toda la congregación, en la cual el Espíritu Santo los ha puesto como pastores para que cuiden de la iglesia de Dios, que él compró con su propia sangre. 29 Sé que cuando yo me vaya vendrán otros que, como lobos feroces, querrán acabar con la iglesia. 30 Aun entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán mentiras para que los creyentes los sigan. 31 Estén alerta; acuérdense de que durante tres años, de día y de noche, no dejé de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes. 32 »Ahora, hermanos, los encomiendo a Dios y al mensaje de su amor. Él tiene poder para hacerlos crecer espiritualmente y darles todo lo que ha prometido a su pueblo santo. 33 No he querido para mí mismo ni el dinero ni la ropa de nadie” (Hechos 20:28-33).